Hyundai i30 N vs. Ford Fiesta ST
Es cierto que el Fiesta ST y el i30 N tienen tamaos diferentes, pero a la hora de comprarte un modelo que cumpla en tu vida diaria y te permita disfrutar de un buen tramo de montaa, son muy buenos candidatos.
Domingo por la noche. Me dirijo a una población de Gales llamada Rhayader por carreteras que ha seleccionado el navegador. Son vías completamente desconocidas para mí y, como siempre, mi objetivo es intentar llegar antes de lo que predice el propio navegador. Es un reto que el Fiesta ST está encantado de asumir. Va tan bien, que creo que puedo conseguir llegar bastante antes de lo previsto. Es una ruta muy variada, pero el Ford fluye por el asfalto sin esfuerzo, diseccionando la carretera con eficacia y proporcionándome un alto grado de entretenimiento, algo que me hace sonreír.
El Fiesta fue uno de los héroes de la clase media en nuestro último Coche del Año. Un modelo tan efectivo y preparado como muchos de los superdeportivos que lo acompañaban, pero por bastante menos dinero. Después de semejante prueba, tuve la oportunidad de hacerle más de 5.000 km a aquella unidad, por lo que reconozco que para mí es un coche especial, uno que tendría en mi garaje. Está claro que sigue siendo una máquina brillante pero, ¿cómo lo hará frente a uno de los compactos deportivos favoritos de la redacción de , el Hyundai i30 N?
Es cierto que pertenecen a segmentos diferentes, y también que sus precios quedan un poco distantes. De hecho, el i30 N de 250 CV cuesta 32.100 euros y viene muy bien equipado de serie, con la única opción de la pintura metalizada y el techo de cristal. El Fiesta ST se queda en 26.715 euros y ofrece una mayor variedad de opciones.
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Debo admitir que cuando me encuentro en la avenida principal de Rhayader con el Hyundai, su estética no termina de impactarme. Me gusta más la variante Performance, y si bien esta versión de acceso cuenta con el alerón y difusor traseros, además del splitter delantero pintado con detalles en rojo, lo cierto es que parece un i30 normal, y más con las llantas de 18'' en lugar de las de 19'' que lleva el Performance. El Fiesta ofrece una apariencia más deportiva, agresiva, y parece contar con unas ruedas más grandes. Sin embargo, también lleva llantas de 18'' con un neumático más estrecho –205/40 frente a 225/40 del i30 N–.
El urbano de Ford se conduce como su apariencia sugiere, con una inmediatez de movimientos a la que hay que acostumbrarse. La dirección es agradable, ya que se muestra rápida y reactiva; el eje delantero no tiene problema en transferir la potencia al asfalto –los neumáticos Michelin Pilot Supersport también ayudan mucho–. El efervescente propulsor 1.5 de tres cilindros es muy enérgico, mientras que el cambio manual ofrece un tacto adecuado. Por su parte, la suspensión es dura, lo que hace que el coche resulte un poco rebotón y provoca que tengas que estar alerta.
Las primeras impresiones al volante del Hyundai son más mesuradas. No cuenta con los asientos Recaro del Fiesta, pero sus formas son correctas y ofrecen una reconfortante sujeción del cuerpo. El cambio de marchas es menos agradable de usar que el del Fiesta, la dirección es un poco más lenta y se percibe un mayor ruido de rodadura. Y si bien el interior está muy equipado, el diseño del salpicadero es algo ordinario y sobrio.
La mecánica de 2 litros y cuatro cilindros del Hyundai adolece de cierta falta de carácter al ralentí, hasta que pegas el primera acelerón. Entonces el Hyundai te sorprende brindando un empuje soberbio. Puede que este compacto sea más grande y 213 kg más pesado que el Fiesta ST, pero la diferencia en potencia y par respecto del pequeño Ford –250 CV frente a 200 CV; 378 Nm contra 290 Nm– deja al Fiesta en desventaja, al menos en las marchas más cortas. No obstante, el registro oficial en el paso de 0 a 100 km/h es 6,4 seg., 0,1 seg. mejor que el Fiesta.
Por otro lado, el Hyundai permite un mayor grado de ajustabilidad. Por ejemplo, la mayor ventaja técnica con la que cuenta el i30 son unos amortiguadores adaptativos, aunque como bien admite mi compañero Antony, lo normal es que los configures en modo Normal ya que el resto de opciones hacen que se muestren demasiado duros –los ingenieros de Hyundai dicen que son para rodar en circuitos con buen asfalto–.
A través de la pantalla central se puede acceder a multitud de opciones de configuración; en el caso de la dirección, lo mejor es dejarla también en modo Normal ya que en Comfort se vuelve demasiado ligera y, en Sport, se pone demasiado dura. Lo que sí mejora notablemente es la respuesta del motor cuando eliges el modo más deportivo –denominado Sport+–, ya que apenas requiere pisar el acelerador para disponer de toda la potencia. Todo el coche parece más entusiasta.
La razón por la que hemos quedado en Rhayader es porque el maravilloso valle de Elan está muy cerca. Es un territorio perfecto para probar un buen urbano o compacto deportivo. Todo lo que sea rápido y más grande que un Serie 3 no estará cómodo aquí, sobre todo en la parte norte en la carretera que baja hasta el punto más bajo del valle, cerca de la población de Aberystwyth. Es una vía estrecha, bacheada y exigente que puede hacérselo pasar muy mal a muchos coches... e incluso a algunos conductores.
El motor del Hyundai no es tan vocal como el de la versión Performance, aunque el sonido que llega a nuestros oídos es suficientemente sugerente y la respuesta es siempre contundente, desde apenas el ralentí hasta la zona roja del cuentavueltas. Lo que realmente me llama la atención es que en este asfalto tan degradado, el i30 está como en casa.
Lo cierto es que dada su apariencia, pensaba que iba a desfallecer en algún momento, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, cuanto más le exiges mejor va; la compostura que exhibe el Hyundai resulta impresionante. Cuanto más rápido circulo, más cosas positivas descubro, proporcionando una gran cantidad de agarre y una precisión por parte de la dirección y la amortiguación verdaderamente excepcional. Los cambios de rasantes y socavones, las juntas de dilatación, las curvas cerradas, los vértices sucios... todo lo resuelve con suficiencia. Y todo esto a un ritmo que pocos coches serían capaces de seguir aquí.
Estoy ante una de las más inesperadas y brillantes demostraciones en lo que respecta a comportamiento dinámico, y desde luego lo estoy disfrutando de lo lindo. Si has tenido la oportunidad de ver los coches del WRC –incluyendo el Hyundai i20– pasando por un tramo roto y revirado a una velocidad endiablada y pegados al asfalto, así es como se percibe el i30 N; anclado al suelo y siempre por la trayectoria escogida.
"¿Va bien, verdad?", me comenta Antony cuando llegamos al aparcamiento acordado para cambiar los coches. Mi compañero apunta a que los neumáticos Michelin sobre llantas de 18'' ofrecen una gran relación entre agarre y confort, al menos comparado con la combinación de Pirelli y llantas de 19'' del Performance. Y lo cierto es que la llanta más pequeña permite trabajar mejor a la suspensión en este terreno bacheado.
Y cuando pisas el acelerador a fondo a la salida de las curvas más cerradas, no se echa de menos en exceso el diferencial autoblocante que lleva el i30 N Performance. El secreto de su éxito es que el chasis está bien resuelto, y se muestra sólido y rígido, con refuerzos adecuados en zonas clave, como la barra que hay entre las torretas de la suspensión trasera que provoca que funcione bien con independencia de la torsión a la que sea sometido.
Tengo claro que el Fiesta va a sudar la gota gorda para tratar de igualar el rendimiento del i30 en este escenario. Es algo que le pasaría a la mayoría de los coches. Pero es que, además, intuyo que esta carretera es una de las más complicadas para que el Fiesta dé lo mejor de sí. Y es que en algunas curvas se nota que es algo rebotón y la suspensión no termina de copiar bien el terreno. Es verdad que la dirección transmite más información, pero se muestra algo nerviosa tratando de contener lo que sucede a la altura de los neumáticos delanteros.
El coche ofrece mucho agarre, pero es como si el pequeño Ford estuviera luchando contra la superficie por la que circula, mientras que el Hyundai neutraliza y absorbe las imperfecciones. Y si bien el Fiesta ofrece prestaciones más que de sobra, tengo claro que no puedo utilizar toda esa fuerza durante la mayor parte del tiempo, por lo que ritmo es más lento que en el i30. Al nerviosismo percibido tampoco ayuda el tacto del freno, ya que resulta complicado modular la aproximación a las curvas. En definitiva, en todo momento tienes la sensación de estar tratando de domar una fiera más que tenerla bajo control.
La cosa cambia cuando volvemos a carreteras más normales y el ritmo se torna más ordinario. Aquí el Fiesta es más divertido. El chasis, en este entorno, sí puede expresar esa agilidad intrínseca; la dirección tan directa permite atacar los giros rápido y el motor de tres cilindros, por fin, puede alcanzar su máximo esplendor. En cambio, en el Hyundai da la sensación similar a cuando Superman se convierte en Clark Kent. El ruido de rodadura se cuela con más claridad en el habitáculo, el motor y el cambio se perciben más planos y todo vuelve a ser demasiado normal de nuevo. El Fiesta te incita más a buscarle las cosquillas en cualquier lugar y momento, ya que el aceledor se muestra más agresivo, la dirección más directa y sensible, y no requiere de ningún esfuerzo lanzarlo sin piedad al vértice de una curva. El coche bota, se mueve, es inquieto... lo que hace que el conductor siempre se sienta incitado a hacer 'maldades'.
Por su parte, el Hyundai es un coche más civilizado cuando se le pide, sin perder por ello su capacidad de entretenimiento y diversión al volante. Es un coche que transmite más confianza que el Fiesta a la hora de circular realmente rápido. Además, creo que es un producto más completo para pasar el día a día. No es mucho más grande que el Fiesta, pero sí lo justo como para ofrecer más espacio interior –pueden viajar cuatro adultos y todo su equipaje sin agobios de ninguna clase–, unos asientos más confortables, un mejor confort de suspensión y un sonido de escape más llevadero.
Las carreteras que usamos por la tarde están mejor asfaltadas y son más rápidas que las de la mañana. El Fiesta sigue resultando más exigente, pero si tienes claro cómo es la curva y la 'atacas' pronto y con decisión, la agresividad a la hora de dirigirse hacia el vértice de la curva y el agarre disponible resultan cualidades muy llamativas. Resulta complicado hacer deslizar al eje delantero; simplemente giras, el coche se mueve con presteza hacia el lugar elegido y la trasera de seguir la trayectoria marcada... aunque deslizará a poco que el asfalto esté un poco sucio.
El i30 N requiere circular realmente rápido para brillar aunque, cuando llegas a ese punto, resulta adictivo. Los frenos son más pequeños que los del Performance, pero perfectamente válidos para un uso en vías públicas, ya que ofrecen muy buen tacto y respuesta. La precisión y el aplomo salen a relucir a la hora de enlazar curvas rápidas, e incluso cuando crees que has llegado a una curva demasiado rápido, el i30 N no falla y vuelve a superar tus expectativas.
Las horas de desarrollo invertidas en el centro de pruebas que tiene la marca asiática en la ciudad coreana de Namyang y en el circuito alemán de Nürburgring está claro que han merecido la pena. No obstante, quizá el carácter dinámico y lo competente que se muestra el i30 N no debería ser una sorpresa debido a todos los talentosos ingenieros alemanes que Kia y Hyundai han contratado para hacer sus coches más deportivos. De hecho, hay detalles que delatan que detrás de este coche hay ingenieros germanos, como las posibilidades de personalización de la parte dinámica o las luces amarillas del cuentavueltas que se van apagando a medida que el motor llega a su temperatura óptima de funcionamiento, algo que procede claramente de modelos de BMW.
El Hyundai queda claro que es un coche muy bien resuelto; práctico, espacioso, más utilizable a diario... pero capaz de elevar su nivel dinámico para poder competir con cualquiera en cuanto a deportividad. Si tienes familia y sólo puedes tener un vehículo, este podría ser un gran candidato: es perfectamente válido para desempeñar los quehaceres de la vida diaria y es capaz transformarse para pasarlo realmente bien un domingo por la mañana.
Por su parte, el Ford resulta menos polivalente. Va al grano. Funciona en una banda más estrecha y agresiva. Desde el momento en que sus ruedas echan a andar, te pide guerra. La forma que tiene de afrontar las curvas resulta inspiradora, y en carreteras con el firme en buen estado, es capaz de enlazarlas de una manera brillante.
Por tanto, lo que tienen en común estos coches es menos de lo esperado. De hecho, tienen menos en común de lo que cabría esperar; si estuvieran representados en un diagrama de Venn, el área de intersección entre los dos sería bastante pequeña. El Fiesta ofrece una gratificación instantánea en comparación con el Hyundai... pero el coreano es un maestro a la hora de cumplir con nota en cualquier terreno. Cualquiera que se adapte a tu estilo de vida, no te decepcionará.
Datos técnicos
Hyundai i30 N | Ford Fiesta ST | |
Motor | 4 cil. en línea, 1.998 cc, turbo | 3 cil. en línea, 1.497 cc, turbo |
tencia | 250 CV a 6.000 rpm | 200 CV a 6.000 rpm |
Par | 378 Nm a 1.500-4.000 rpm | 290 Nm de 1.600 a 4.000 rpm |
Peso | 1.400 kg | 1.187 kg |
Rel. peso/potencia | 5,6 kg/CV | 5,93 kg/CV |
0-100 km/h | 6,4 seg. | 6,5 seg. |
Vel. máxima | 250 km/h (limitada) | 232 km/h |
Precio | 32.100 € | 26.715 € |
Fuente: https://www.autofacil.es/hyundai/i30/2019/11/13/hyundai-i30-n-vs-ford/53314.html
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