Prueba del Audi S8 - Autofácil

Prueba del Audi S8 - Autofácil

Índice
  1. TECNO
    1. Versión probada: Audi S8 571 CV

Con 571 CV, 800 Nm y su sofisticada suspensión, el S8 pretende conservar todo lo bueno del A8 pero dotándole de una pizca de deportividad.

Este tipo de coches siempre me imponen desde cerca. Grandes, refinados, elegantes, ultraequipados y con un motor de no pocos cilindros. Y, aun así, logran pasar relativamente desapercibidos desde lejos. En realidad, es un tipo de automóvil que siempre me ha atraído, a pesar de que la experiencia de conducción que proporciona no es la más seductora para un entusiasta de las curvas.

Pues bien, hoy me encuentro caminando por el corredor del puente aéreo del aeropuerto de Barcelona, en cuyo aparcamiento me espera un ejemplar del nuevo y flamante Audi S8, basado en la cuarta generación del A8.

Los productos 'S' de Audi son bastante prudentes estéticamente, y más aún en el caso del S8, que como es tradición sólo se comercializará con la carrocería 'corta' de 5,18 metros de longitud. No resulta tan fácil distinguirlo de un A8, y eso me gusta. Ahora bien, si reparas en las cuatro salidas de escape o te percatas de los diez pistones que tienen las pinzas delanteras de los frenos carbocerámicos opcionales, cualquiera puede sospechar que esto corre más de la cuenta. La idea elemental sobre la que se erige el S8, en palabras de los ingenieros de Audi, es disponer de una berlina de superlujo y de un sports saloon al mismo tiempo.

Abro la puerta del conductor y unos actuadores acoplados a la sofisticada suspensión, de la que más adelante hablaremos, elevan el vehículo súbitamente 50 mm para facilitarme el acceso. Dentro, sólo los asientos, el volante y algunos guarnecidos en fibra de carbono añaden un poco de alborozo al lujosísimo e impecablemente rematado habitáculo del A8. Me siento, la suspensión vuelve a su sitio, y pulso el botón de arranque. El ténue bramido del V8 biturbo no es que sea emocionante, pero es que no hay que olvidar en el vano motor de qué tipo de coche se halla acoplado. Se trata del bloque 4.0 V8 biturbo que emplean los productos más potentes de Audi, mismo que da vida a algunos Porsche, Bentley y Lamborghini.

En esta ocasión, la potencia máxima es de 571 CV y el par se cifra en 800 Nm, es decir, la ganancia respecto al S8 de anterior generación es de 51 CV y 150 Nm. Queda la duda de si existirá un S8 Plus por encima del S8, aunque probablemente no sea necesario dado que el S8 que hoy nos presentan acelera de 0 a 100 km/h en tan sólo 3,8 segundos.

Además, que nunca viene mal para el futuro, a este S8 se le concede la etiqueta medioambiental ECO, pues dispone del cada vez más común sistema de hibridación ligera de Audi basado en una red de 48V y una batería de 0,47 kWh ubicada bajo el piso del maletero. Esto, unido al dispositivo de desconexión selectiva de cilindros en fases de baja carga de acelerador, logra contener el consumo de combustible en niveles razonables.

Mientras espero a que me autoricen a comenzar la ruta, aprovecho para sentarme en las plazas traseras y cacharrerar un poco con los accesorios de infoentretenimiento. Como novedad, ahora en el reposabrazos puede llevar una pantalla táctil extraíble de 5,7" mediante la cual puedes controlar algunas funciones, como la climatización o el sistema multimedia. Y, a pesar de que el S8 es la versión más 'para el conductor' de toda la gama A8, aquí detrás se está igualmente holgado y cómodo, así que mejor voy a ir saliendo del coche antes de que se me comiencen a cerrar los párpados.

Los primeros kilómetros por autopista transcurren en silencio. Incluso a velocidades impublicables, sólo te percatas de un ligero zumbido procedente del vano delantero, puesto que el habitáculo es casi impenetrable. Me dirijo hacia las carreteras de Montserrat y pasaré por algunos de los tramos del rally de España, un contexto en el que un coche como el S8 no debería sentirse a gusto, pero que a tenor de todo lo que lleva para que dinámicamente sea bueno, quizá nos sorprenda para bien.

Selecciono el modo Dynamic y comienzo a atacar curvas. La suspensión neumática convierte la experiencia en algo artificial y no me termina de agradar, aunque no puede cuestionarse su eficacia. No es infalible y la casi nula inclinación de la carrocería provoca que la dirección se cargue de peso de forma un poco rara en los fuertes apoyos, pero encubre las inercias que se generan en las curvas de forma limpia.

Tanta electrónica merma un poco la confianza que llegas a adquirir porque la interacción entre coche y conductor no es nítida. Dicho de otro modo, hay muchas cosas que el vehículo hace por ti, y debes aprender a confiar en que lo hará. También hay ciertos efectos de la física que neutraliza, y debes acostumbrarte a que sea parte de la experiencia. Cada apurada de frenada y cada aproximación al límite de adherencia se convierte en una lucha entre las leyes físicas del universo y el intelecto de los ingenieros de la marca. Y créeme, los segundos no salen para nada vapuleados.

Frénalo fuerte y tarde amparándote en los monstruosos y dosificables frenos carbocerámicos, gira y aplasta el acelerador. El motor 4.0 V8 biturbo comienza a engullir las marchas de la transmisión Tiptronic de convertidor de par haciendo que el coche se desplace, literalmente, como un disparo entre curva y curva, e incluso mostrando cierta guiñada en el parte trasera gracias al eje direccional.

Dotar a las ruedas traseras de un poco más de protagonismo era algo esencial de cara a dinamizar el comportamiento de un vehículo de más de 2,2 toneladas. El diferencial deportivo y la imperturbable motricidad hacen el resto para lograr que el S8 sea increíblemente ágil. El problema es que el coche, por su idiosincrasia, está tan aislado que tienes que esforzarte en darte cuenta de sus virtudes, pero si lo haces comprobarás que es brillante en un hábitat a priori muy desfavorable.

Al igual que le sucede a rivales como el BMW M760Li o el Mercedes-AMG S 63 L, el Audi S8 es un coche que me cuesta justificar, aunque me encantaría hacerlo. La razón está en que, en última instancia, es un vehículo que se queda mucho más cerca del concepto de berlina de superlujo que del de sports saloon. Aun así, dentro de lo que las leyes físicas toleran, resulta gratamente convincente.

TECNO

Hay varios elementos que juegan un papel clave en el buen hacer del S8, tanto en conducción relajada como cuando llegan las curvas: el diferencial posterior de deslizamiento limitado, el eje trasero direccional, el empacho de par que recibe el motor... Pero, sobre todo eso, la nueva suspensión predictiva con muelles neumáticos es fundamental. Conectada a una cámara frontal, ubicada bajo el retrovisore central, cuenta con unos actuadores en cada amortiguador capaces de neutralizar los baches antes de llegar a ellos. De esta forma, por ejemplo, al sobrepasar un badén apenas se transmite energía vertical al habitáculo, repercutiendo en un mayor confort. Por otro lado, en conducción deportiva también compensa parcialmente el balanceo de la carrocería, haciendo que el coche gire más plano.

Versión probada: Audi S8 571 CV

Motor8 cilindros, 3.996 cc, 4 válvulas por cilindro, twin-turbo
Potencia571 CV a 6.000 rpm
Par800 Nm de 2.000 a 4.500 rpm
Largo / ancho / alto5,18 m / 1,94 m / 1,47 m
Velocidad máxima250 km/h (autolimitada)
0-100 km/h3,8 segundos
Consumo mixto11,6 l/100 km
Emisiones CO2263 g/km
Maletero505 litros
Peso2.230 kg
CambioAutomático, 8 velocidades
TracciónTotal

 




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